Los riesgos del cambio climático han de abordarse con una perspectiva dual complementaria: por una parte, estos pueden impactar a los activos financieros, los balances, las cuentas de pérdidas y ganancias, y la rentabilidad esperada futura de las compañías. Por otra, la actividad cotidiana de las compañías afecta al calentamiento global, por ejemplo, debido a las emisiones de gases de efecto invernadero (GHG) y al consumo de energía de fuentes no renovables. Este enfoque se conoce como doble materialidad: el primer impacto es la materialidad financiera y el segundo la no financiera (materialidad medioambiental y social).
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