«El producto interior bruto (PIB) no informa sobre la salud de nuestros hijos, la calidad de su educación o la alegría con la que juegan. No incluye la belleza de nuestra poesía o la fuerza de nuestros matrimonios, la inteligencia de nuestro debate público o la integridad de nuestros políticos. No mide ni nuestro ingenio ni nuestro coraje, ni nuestra sabiduría ni lo que aprendemos, ni nuestra compasión, ni nuestra devoción a nuestro país, lo mide todo, excepto lo que hace que la vida valga la pena.»
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