“Dos o tres años de recuperación económica no nos los quitará nadie»
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17 de marzo de 2020. El Món. Entrevista a Josep Soler, director general de IEF
Más allá de la evidente crisis sanitaria desencadenada por el CoV-19, y también de la crisis política entre el gobierno catalán, partidario de confinar Cataluña desde hace días para evitar la expansión del virus, y el gobierno español, que ha tomado el control de las competencias en salud, seguridad y transporte declarando el estado de alarma, el impacto económico del coronavirus es, cada día que pasa, más profundo. Es difícil de prever como de profunda será la recesión que vendrá, pero la pérdida de miles de puestos de trabajo, el cierre de empresas y el frenazo del consumo y la producción ya son inevitables. De todo hablamos con el economista Josep Soler, director general del Instituto de Estudios Financieros.
El Estado español ha decretado el cierre de sus fronteras 48h después de decretar el estado de alarma. ¿Qué consecuencias económicas tendrá este cierre, que se suma al anuncio de la UE de cerrar sus fronteras exteriores?
Habrá un impacto, sí, pero si con estas medidas se consigue paliar un poco los efectos sobre el sistema sanitario y sus recursos, económicamente la recesión será algo más suave. Pero yo creo que ya podemos decir que caeremos en una recesión. ¿Un trimestre, dos trimestres, tres trimestres con crecimiento negativo? En estos momentos no tenemos suficientes elementos para determinarlo.
¿Qué implicará esta recesión para la economía real?
Lo que es seguro es que perderemos muchos puestos de trabajo, una reducción de la actividad industrial y una caída muy importante de la inversión, y todos los efectos que tendrá todo esto: crisis al sector público porque la recaudación impositiva caerá, la demanda sufrirá un gran frenazo y también la oferta.
¿Cuánto tiempo se necesita para que la economía se recupere de esta recesión de dos o tres trimestres?
Las recuperaciones siempre son mucho más lentas que las caídas. Nos encontraremos con una gran caída de la actividad en los próximos meses, a pesar de que hace unas semanas no nos pensábamos ni mucho menos encontrarnos en este escenario. La crisis del 2008 tuvo un impacto muy fuerte durante dos años y hemos tardado una década a recuperarnos. Ahora pasará un poco lo mismo, quizás estaremos seis meses con una crisis muy fuerte, de forma que dos o tres años de recuperación no nos los sacará nadie. Es muy difícil pensar en recuperaciones que no sean cuatro o cinco veces el tiempo de crisis. Recuperar la confianza y la tranquilidad es muy duro, primero tienes que curar heridas y que las empresas vuelvan a ser solventes.
Tanto Cataluña como el Estado están pendientes de aprobar sus presupuestos. ¿El coronavirus obliga a una revisión de los proyectos?
No tiene el más mínimo sentido aprobar unos presupuestos pensados antes de esta crisis. Todo el mundo tiene que entender que están basados en unas hipótesis de crecimiento que no tienen nada que ver con el escenario que tendremos a partir de ahora. Se daba por hecho un crecimiento de entre un 1,5% y un 2%, una previsión que en estos momentos es absolutamente impensable. Los presupuestos tenían unas prioridades de gasto que ya no encajan en el momento actual, porque habrá sectores que sufrirán mucho más que otros, mucha gente perderá su puesto de trabajo y se tendrá que intentar paliar los efectos. Los presupuestos españoles y catalanes estaban basados en la previsión de recuperación de ocupación, y por tanto, podían prever un aumento del gasto para determinadas prestaciones. A sabiendas de seguro que caerá la actividad y la oferta y la demanda, lo más lógico es intentar que no vuelva a pasar como con la crisis del 2008, en qué quién pagó la crisis fueron los parados, sobre todo de cierta edad, y los jóvenes. En estos momentos, querer aprobar unos presupuestos pre-coronavirus, que no responden a la nueva realidad, me parecería una gran tontería muy importante.
Ha hablado de crisis del sector público por una reducción en las previsiones de ingresos por la vía de los impuestos, a la cual se tiene que sumar más gasto sanitario y ayudas para los sectores perjudicados. Con un estado totalmente endeudado, ¿los límites de endeudamiento de la UE saltan por los aires?
En estas circunstancias de emergencia en todo Europa, habrá una relajación de la disciplina presupuestaria, esto ya está claro. Los tratados de la UE especifican que cuando haya motivos absolutamente excepcionales, y el coronavirus lo es, se podrá relajar la disciplina presupuestaria. Pero en estos momentos el problema no es acumular unos déficits mucho más altos. Es muy normal que en estos momentos nos planteemos incrementar el déficit, porque necesitemos hacer una política anticrisis que implicará una intervención en gasto por parte de la administración.
¿Y cuál es el problema, a su entender?
El que no era tan lógico, y algunos lo advertíamos y nos trataban de reaccionarios, es que si crecía la economía no aprovecháramos por no generar más déficit. Es decir, teníamos que reservar la munición para cuando la necesitáramos. Ahora es inevitable que nos pasemos de déficit porque hay que incentivar la economía, pero el drama es no haber hecho los deberes antes.
China ha vuelto a reactivarse, apenas cuatro meses después de que se detectara el primer caso de coronavirus. Pero la economía europea no es ni tan fuerte ni tiene unos crecimientos como la china. ¿Será la que más sufrirá?
La economía china, a pesar de estar técnicamente en un freno económico, crecía entre un 7% y un 8% anual, y aunque ahora crezca la mitad, será un crecimiento positivo importante. En los EE.UU., la economía crecía a una tasa el doble que Europa, si por un punto o dos de crecimiento, probablemente no entrará en recesión como sí hará Europa. De hecho, es una economía en general más flexible. En ciertos momentos puede generar más paro, pero tiene una capacidad de recuperación mucho más fuerte. La UE, que tenía un crecimiento en el entorno del 1%-1,5%, lo tiene mucho más fácil para entrar en crecimiento negativo. En Europa el impacto del coronavirus será más fuerte, no es porque Europa haya fracasado en la lucha contra el coronavirus y China no, sino porque ya era una economía más envejecida.
¿Hay que intervenir más, en política monetaria para paliar los efectos?
En política monetaria todavía tenemos un problema más gordo que en política fiscal. Hemos abusado mucho de la política monetaria. Tenemos unos tipos de interés bajísimos, se pueden bajar algo más e incluso se pueden poner en negativo, pero el margen es escasísimo. En cuanto a medidas de política monetaria no tradicionales, el Banco Central Europeo todavía estaba comprando deuda y obligaciones privadas a manta. Y ha anunciado que todavía comprará más.
¿Se lo puede permitir? Porque al final, acumula deuda, que alguien tendrá que pagar en algún momento.
Se lo puede permitir relativamente. Efectivamente, es más deuda que alguien tendrá que pagar en un futuro, por lo tanto, no podemos decir muy alegremente que haya margen. Con unos tipos de interés ya tan bajos, la capacidad para animar la economía es muy escaso. La economía ya estaba muy dopada, es difícil doparla demasiado más. Nos podemos inventar algo más, pero lo que tenemos que hacer ante esta crisis de demanda, porque la gente no consumirá, y también una crisis de oferta, porque hay cortes de producción, es intentar que la pelota no se haga más gorda.
¿Tiene ninguna receta en este sentido?
Intentando que, como mínimos los bancos, que tenían todavía fuerza porquería en sus balances, no generen una crisis financiera y que puedan dar crédito a las pymes con dificultades y a sus clientes. Tenemos que insuflar tranquilidad a los bancos, pero no para salvar los bancos, sino para salvar los clientes de los bancos, tanto privados como corporativos. Desgraciadamente, en esto tampoco hemos hecho los deberes. Europa está financiada fundamentalmente por bancos, en los EE. UU. está más equilibrado entre financiación de mercados, de fondos de inversión y bancos. Con la anterior crisis los bancos cerraron el grifo y generaron todavía más crisis, y ahora nos encontramos ante otra situación sin una alternativa al crédito bancario, y por tanto, no hay más remedio que insuflar liquidez a los bancos para que no caigan muchas empresas que están financiadas por los bancos.
¿Esta liquidez la tienen que inyectar los estados?
El BCE, y los gobiernos dando avales y garantías a los bancos.
Hay que explicar bien a los ciudadanos por qué se tiene que ayudar los bancos, porque puede pensar que el Estado vuelve a salvar los bancos, con grandes beneficios económicos a pesar de todo, y deja desamparado el trabajador.
A la ciudadanía se le explicó mal el rescate de los bancos con la crisis. A los banqueros se los tiene que pedir responsabilidades por la gestión que hicieron de los bancos, pero si se los hubiera dejado caer, los depositantes, sobre todo los pequeños depositantes, habrían tenido muchos problemas, igual que los autónomos y las empresas pequeñas, que habrían visto cortado por lo sano su crédito, porque en Europa no había una alternativa a la financiación bancaria. Alerta, salvar los bancos es salvar la economía real, porque no hemos hecho los deberes para restar importancia al sistema bancario como prestamista de crédito. Sea como fuere, todavía hay incógnitas que vienen del tema sanitario.
¿En qué sentido?
Tenemos que ver como acabamos resolviendo el tema sanitario, de momento lo estamos atacando muy mal. Y no lo digo tanto por los gobiernos, que han ido lentos, como por los ciudadanos, que no están cumpliendo con las medidas. El estado de derecho, la libertad y la democracia han tenido este efecto, que la gente se lo toma con ligereza, y en China, el ciudadano calla y hace lo que le dicen. Dicho esto, toca o continuar yendo lentos o de una vez tomar conciencia. Y paciencia, porque no serán solo quince días.