Megatendencias económicas en un entorno pandémico.
En primer lugar, me gustaría animar y esperanzar a todas las personas que están pasando por una situación crítica y dificultades en su entorno más cercano. Deseamos que vuelva cierta normalidad, y sin riesgo de contagio lo más pronto posible. Estas situaciones extremas provocan cambios, y ya no volveremos a ser como antes y quizás no queramos. Hemos profundizado en más detalle durante esta crisis humanitaria y necesitamos, más que nunca soluciones sensatas, óptimas y rápidas. Esta crisis nos está demostrando, de lleno, en la inmediatez en que vivimos, tanto personas como empresas y particulares, consumo, especulación, ciudades, países y mercados financieros, cogiendo en extremo aquello que los profesionales del “coaching” y otros, mencionan como el poder del ahora, y añadiría del ahora o nunca, con una incorrecta praxis de valorar el presente.
Es una crisis del corto plazo y de la inmediatez. Momentos para reflexionar y preocuparnos, de recordar ese libro titulado la “nada cotidiana”, de comprobar que la vida no es subirse a la ola constantemente para una foto, de relacionarse de otra manera, de desear aquello que no deseamos en un día “normal”, de descubrir, de relativizar, de que el tiempo pase diferente, de sorprendernos, de reinventarnos, esa sensación de incertidumbre, cada uno lo asume según sus percepciones, valores y educación. Y la incertidumbre conlleva malas consecuencias y decisiones para los mercados financieros y la economía. COVID-19 ha devastado vidas, la economía, las relaciones (aunque algunas han mejorado, seguro), nos ha hecho reflexionar y nos ha mostrado cada día, alguna señal sobre el futuro, sobre las megatendencias existentes, como estrellas fugaces, mediante alguna imagen, comentario, noticia o vivencia.
El resultado de cualquier crisis es el aprendizaje, de una manera holística del mundo, la sociedad y la economía, algo invisible nos lo va a proporcionar. De cómo, el todo es más que la suma de las partes y cómo estas interacciones sinérgicas entre las partes, podríamos llamarlas correlaciones (término que nos gusta mucho a los financieros), en momentos de crisis se acentúan, dificultando la toma de decisiones en momentos de incertidumbre. Entonces, ¿qué son las megatendencias? Simplemente hacía donde vamos y cambios significativos que se van a producir en los próximos años (sino se han iniciado ya) y cómo los vamos a enfocar de la mejor manera posible para que no se conviertan en un dolor de cabeza futuro o un virus global de difícil solución. Son como meteoritos por su potencia de impacto económico y social y algunos de ellos apuntan hacia nosotros, siendo nuestra responsabilidad, mitigar su estela o tratar de desviarlos hacia un mejor destino, enfocando la tecnología y recursos que tenemos y tendremos en el futuro. Y donde indudablemente se va a canalizar el ahorro y la inversión en un futuro próximo.
La crisis actual está provocando que las megatendencias estén en un agujero negro, a punto de explosionar para que nazca una supernova que cambie el universo económico y social. Primero debemos atender a las necesidades de recursos y ayudas hacía los millones de empresas y familias que en estos momentos es imprescindible para salir de esta recesión mundial. No será fácil, en forma de U en forma de L, V, W, no lo sabemos, aunque es imprudente comparar la actual crisis con la del 2008, no es solo una crisis financiera, además de financiera, es de valores, de educación, fiscal, monetaria, de solidaridad, social, política, de miedo (paraliza a menudo), y podríamos continuar, aunque a bien seguro, habrá quien diga que son parecidas, simplemente crisis.
En momentos de dificultad, aparecen oportunidades, dependen cómo se gestionan para un resultado satisfactorio y equitativo. Se vislumbran destellos en las megatendencias más reveladoras que ya se estaban destinando recursos y talento en el pasado, en mayor o menor medida, quizás, sin el ímpetu necesario. Durante estos días seguro que las hemos identificado en algún momento y es donde probablemente (también palabra que gusta mucho en el entorno financiero) nos enfocaremos en un futuro, tanto capital, talento, como esfuerzos, muy próximo.
Sin ánimo de ser exhaustivos…
1) Cambio climático y ESG (Environment, Social, Governance). Las crisis económicas aparecen por una incorrecta medición de riesgos y la pandemia lo ha demostrado. De un virus lejano en China, a una pandemia mundial y hecatombe económica y social. El Global Risk Report of The World Economic Forum, ya hace años, menciona como mayores riesgos en términos de probabilidad e impacto, los relacionados con aspectos medioambientales. En este sentido, la transición hacia una economía más verde se está tratando mediante el pacto mundial con mayor implicación por países hasta ahora conseguido, los Sustainable Development Goals (SDG), entre otros pactos, principios y normativa relacionada. Según la Unión Europea en el marco del Action Plan para alcanzar los objetivos del 2030, el gap anual era de 180.000 millones de Euros con estimaciones pre-COVID-19. Cabe pensar que el gap se ha ampliado por la dificultad de reorientar nuevas inversiones y recursos para paliar este déficit. Ya era preocupante en condiciones de crecimiento económico, ahora es un peligro añadido dejar de atender a lo más importante actualmente, volver a la senda del crecimiento y paliar multitud de déficits que han aparecido. El Green Deal (emisiones cero de efecto invernadero) nos espera en el 2050 con una taxonomía cada vez más clara para discernir qué es verde y transición en la inversiones y desarrollo de actividades, demostrando, uno entre tantos, de la cantidad de avances que se han producido hasta el momento.
Multitud de eventos climáticos recientes (California, Australia, sequia, incendios, etc) nos están advirtiendo de los cambios que deben producirse a nivel global para mitigar el riesgo. También es curioso que no hemos oído hablar de ningún suceso climático adverso, aunque el deshielo continua, sin que el COVID-19 haya llegado a los glaciales. No se trata de mitigar sus efectos negativos con un parón global económico sino de un crecimiento próspero, sostenible y destino de las inversiones de una forma óptima para alcanzar los SDG.
En el campo de las ESG, se menciona la necesidad de las empresas en un enfoque a largo plazo y de considerar a todos los grupos de interés implicados incluido el medioambiente en el desarrollo de la actividad. Actualmente es una buena oportunidad para identificar aquellas que desarrollan las mejores prácticas ESG, que se han adaptado de una forma clara hacia la situación actual y también las que estaban mejor preparadas para hacerlo. La inversión de impacto será el benchmark en el cual fijarnos y la integración de la ESG per se cómo modelo de negocio y visión a largo plazo. La oportunidad de sustituir un cisne negro por un cisne verde.
3) Escasez de Recursos. Cómo hemos comprobado el consumo irracional de productos y diferencias por países (supongo que nos vienen imágenes a la mente…) que por momentos se preveía precariedad de ellos. En el lado opuesto, la penuria de otros productos, necesarios en estos momentos de crisis (respiradores, tests, mascarillas, etc), producidos por industrias que han transformado dinámicamente su cadena de producción (automoción, textil, etc). Hemos modificado el desarrollo de la Globalización como la habíamos vivido hasta entonces (no ha existido en la adopción de medidas preventivas y paliativas comunes) e incrementado la “glocalización”, un salvase quién pueda en el desarrollo de ventajas competitivas y producción de materiales esenciales. Además de la aparición, como siempre ocurre en estas situaciones, de “oportunistas” tanto políticamente (en pocos países, muy pocos, no sonroja el mensaje paternalista, infantil y en ocasiones, ilógico, controlador y autoritario hacia la población y asumiendo, ésta, un riesgo legal sin precedentes) como económicamente.
Habrá escasez de multitud de recursos con una previsión en el año 2050 de 10.000 millones de personas en el mundo (escasez de agua, materias primas, alimentos, etc). Este es un riesgo importante que asumimos. No obstante, otras megatendencias como tecnología, educación e innovación, etc. pueden ayudar a mitigar dicha falta de recursos.
Aunque las previsiones en los últimos 50 años de las reservas de petróleo futuras han sido siempre erróneas, puede llegar el momento que no necesitemos predecir y convivir con energías alternativas o tecnología que nos permita saber exactamente los barriles de petróleo que nos quedan, sin necesidad de utilizarlos. Se puede trasladar a diferentes recursos este cambio en el devenir.
Más personas en el mundo no debieran ser un problema con una redistribución adecuada de la riqueza y alternativas saludables y beneficiosas para el planeta.
La economía sumergida es un problema en multitud de países (en España aproximadamente del 25%, niveles precrisis), que deberán hacer frente con un equilibrio malabarista y soluciones fiscales y económicas eficientes, para que no paguen los platos rotos los de siempre.
El hecho de mostrar las megatendencias en apartados estancos, no debemos pensar la no existencia de relaciones significativas entre ellas y que la econometría definiría como relaciones espurias, todo lo contrario, estos días hemos entendido, como nunca, sobre la interconectividad.
Cómo gestionamos esta interconectividad es lo que nos hará avanzar hacia un mundo, si cabe, más “feliz”. Cómo medir esta felicidad lo dejo para otro artículo…
Hèctor Robelló, FRM, CEFA, EFA
Máster en Finanzas IEF
Profesor de Finanzas y especialista en ESG
Institut d’Estudis Financers