Nota Técnica
Número 34
Junio 2018
B 21662-2012
Gestión financiera del riesgo climático, un gran desconocido para las empresas españolas
Ernesto Akerman Brugués
Gracias a la existencia de instrumentos financieros para gestionar los riesgos causados por inclemencias meteorológicas, ya no hay excusas para no incluir el clima en el pool de riesgos habitualmente cubiertos por las empresas. No gestionar este riesgo dejaría a las empresas expuestas a factores con una gran influencia sobre su cuenta de resultados.
Introducción
Toda actividad empresarial, sea cual sea su naturaleza, conlleva siempre una serie de riesgos asociados. A lo largo de la historia, empresas de todo el mundo han destinado una gran cantidad de recursos en intentar cubrir y, por tanto, tratar de mitigar los posibles efectos negativos que un determinado riesgo ha podido suponer en su negocio.
Propongo que hagan el siguiente ejercicio: al azar pregunten a los directores financieros de unas cuantas empresas cuáles son los principales riesgos que tienen que gestionar durante su día a día. Estarán de acuerdo conmigo que entre las respuestas más comunes encontraríamos el riesgo de crédito, el riesgo de tipo de interés, el riesgo de país, el riesgo de tipo de cambio, el riesgo de variación en el precio de las materias primas, etc. Por lo general, sería poco habitual que entre sus respuestas se hallara el riesgo climático. Por otro lado, empresarios y ejecutivos de todo el mundo muestran una especial atención a la evolución diaria de las divisas o a los discursos de política monetaria del Banco Central Europeo o de la Reserva Federal Americana. Pero, ¿estamos seguros que las variaciones en las divisas o en los tipos de interés tienen más efecto en la economía que los cambios en las temperaturas o en las precipitaciones? Dicho de otro modo, ¿es más racional gestionar el riesgo del tipo de cambio o del tipo de interés que el riesgo climático? Esta es una pregunta que toda empresa debería plantearse.
Riesgo climático
Si tuviera que definir riesgo climático de una forma simple diría que es el impacto negativo que una determinada variable meteorológica (precipitación, nieve, viento, radiación solar, etc.) puede causar en una empresa. Es decir, se trata de la potencial incertidumbre sobre la generación de ingresos o posibles pérdidas causada por eventos climáticos no catastróficos. En términos generales, y debido al alto número de sectores empresariales a los que afecta, es probable que sea uno de los riesgos de mayor trascendencia a nivel mundial. Es de vital importancia señalar que en muchas ocasiones los eventos climáticos no tienen que ser extremos (tsunamis, tifones, inundaciones, etc.) para que sean perjudiciales; sería suficiente que lloviera unos días por encima o por debajo de lo habitual para que los efectos negativos pudieran ser elevados. En el caso del sector del esquí, ligeros retrasos en las nevadas a partir de mediados del mes de noviembre, históricamente han hecho que se redujeran de forma importante las estimaciones de facturación del sector turístico en las zonas de montaña. En el caso de las aerolíneas, existen unas altas correlaciones entre los niveles de precipitación en el hub principal y el total de retrasos que acaban afectando el conjunto de aeropuertos en los que la compañía aérea opera. Por tanto, aquellas empresas cuyos ingresos se ven reducidos por si hace menos o más frio, llueve menos o más, o el viento sopla con menor o mayor intensidad, tienen riesgo climático. Del mismo modo, todos aquellos agentes que pueden sufrir pérdidas económicas derivadas del comportamiento de una o más variables meteorológicas, están sometidos al riesgo climático. Para entender la importancia que este riesgo puede suponer en la economía y, por tanto, en el ámbito empresarial y gubernamental es importante tener en cuenta algunos datos y estudios:
- – Según el Departamento de Comercio de los Estados
Unidos, el 70 % de las empresas norteamericanas están de alguna manera afectadas por la meteorología.
- El Instituto Meteorológico Británico afirma que el 80 % de la actividad empresarial está sujeta a riesgos climáticos.
- Cada año, se estima que las condiciones meteorológicas desfavorables pueden penalizar hasta un 25 % el producto interior bruto de países industrializados.
- El IPCC (Intergovernmental Panel on Climate Change) identifica tres efectos principales de cambio climático en los fenómenos meteorológicos que añaden una mayor urgencia a gestionar estos riesgos. Tendencia a temperaturas más cálidas y extremas, períodos de sequía más largos y mayor volumen de precipitaciones.
- Según un estudio realizado por la Universidad de Stanford y la Universidad de Notre Dame, las compañías que gestionan activamente el riesgo climático pueden ver incrementado su valor de mercado en relación a aquellas que no lo hacen.
Algunos ejemplos de la dependencia climática son: la producción de energía hidroeléctrica, afectada por las precipitaciones; las aerolíneas, afectadas por el frío, las precipitaciones, la nieve y la niebla; las empresas de bebidas y del sector de helados, afectadas negativamente por veranos más fríos de lo habitual; los parques de atracciones, afectados por la lluvia; la generación de energía eólica, que depende del viento; las estaciones de esquí, totalmente dependientes de la nieve; los eventos al aire libre que pueden suspenderse debido a la lluvia.
Un factor muy importante a tener en cuenta es que el riesgo climático es por lo general un riesgo volumétrico y no de precio. Si el tipo de interés a un año sube 50 puntos básicos, los costes de financiación de una empresa se encarecerían 0,5 % por el importe pendiente de devolución. Sin embargo, si la temperatura media de un mes sube o baja tres grados, las ventas de una empresa no suben o bajan tres grados. Es por ello que es preciso realizar correlaciones y análisis de sensibilidades para identificar las variaciones en las magnitudes económicas como consecuencia de la meteorología.
¿Cómo se cubre el riesgo climático?
La constante y rápida evolución de los mercados reaseguradores y de capitales hacia productos de gestión paramétricos (ligados a un índice) permitieron durante la década de los 90 el nacimiento de soluciones dirigidas a minimizar el riesgo causado por la volatilidad meteorológica. Como hasta la actualidad el clima no lo podemos cambiar, los gestores de riesgos encuentran en los instrumentos de cobertura de riesgos climáticos, ampliamente conocidos como derivados climáticos, una posible solución para neutralizar los riesgos causados por la inestabilidad meteorológica y protegerse ante escenarios adversos. Es posible contratar algunos derivados a través de la Chicago Mercantile Exchange pero al ser las problemáticas de cobertura de las empresas tan específicas, muchas de las operaciones son OTC.
Hay unos cuantos pasos, la mayoría de sentido común, que previamente deben tenerse en consideración a la hora de estructurar una operación de cobertura:
- Identificación de la variable o variables clave que afectan el negocio.
- Identificación del impacto de la variable meteorológica en los ingresos, márgenes, costes y beneficios.
- Identificar una fuente fiable y neutral de datos. En el caso de España, por ejemplo, contaríamos con los registros de las estaciones meteorológicas oficiales de la AEMET (Agencia Estatal de Meteorología) o del MeteoCat (Servicio Meteorológico de Catalunya), entre otros. La calidad y disponibilidad de los datos son algunas veces los principales problemas que impiden realizar una operación de cobertura.
- Identificación del periodo de tiempo durante el cual la influencia de la variable climática es operativa.
- Cuantificación de la relación entre las variaciones en las variables climáticas y los cambios en el parámetro financiero afectado por el clima.
- Analizar las sensibilidades.
El objetivo de implementar una cobertura radica en que una vez cuantificados y analizados los diferentes riesgos que la meteorología puede suponer para las actividades de una empresa, éstos se pueden transferir a una tercera parte (aseguradora, reaseguradora, fondo de inversión, etc.) con el objetivo de estabilizar la cuenta de resultados.
Un derivado de clima se basa en un subyacente que no es negociable como sí lo son los subyacentes de los derivados sobre activos financieros convencionales. El subyacente del derivado en este caso son los datos meteorológicos de una estación meteorológica nacional.
Los derivados de clima son un producto de cobertura financiera ante escenarios climatológicos adversos que, en el caso más simple, el comprador paga una prima que le otorga el derecho al cobro de una cantidad determinada si se dan unas condiciones meteorológicas concretas. Sus características principales son:
- – Se trata de productos financieros paramétricos, ligados a un índice, cuyo subyacente se compone de observaciones meteorológicas. Por ejemplo, un índice podría ser los litros por metro cuadrado de precipitación en una semana, la temperatura media mensual de un mes o las horas de radiación solar de un año.
- – Inexistencia de procesos de peritaje ya que solo importa el comportamiento de la variable meteorológica y por consiguiente no hay que demostrar pérdidas.
- – Pago inmediato y determinado objetivamente en base a los registros de una estación meteorológica. Hay la posibilidad de estructurar coberturas de todo tipo de derivados como swaps y Collars.
Las operaciones de cobertura se implementan a través de un índice basado en condiciones climáticas (precipitación, temperatura, nieve, velocidad del viento, radiación, etc.) que impiden que la actividad empresarial se desarrolle con normalidad. El índice es el subyacente a partir del cual se realizarán los potenciales pagos.
Una vez elaborado el índice, deben determinarse los parámetros que traducen el índice a una estructura financiera de cobertura y que determinarán la cuantía de la prima:
- – Tick (Valor de cada punto del índice)
- – Strike (nivel del índice a partir del cual se empieza a pagar el Tick)
- – Payout Máximo
- – Periodo
Gráfico 1 |
Fuente: Elaboración propia |
El siguiente grafico ilustra el funcionamiento típico de un derivado climático. Las transacciones más habituales son con productos cuyo índice depende de la temperatura y la precipitación, si bien, otras variables como el viento, la niebla o la nieve también juegan un papel importante. Por ejemplo, las compañías del sector energético podrían cubrir a través de derivados climáticos las potenciales pérdidas causadas por un invierno más cálido de lo normal (que haría que la gente no encendiera la calefacción) o un verano más frío de lo habitual (que supondría que la gente no encendería el aire acondicionado). En el caso del invierno, dicha cobertura se podría articular con un derivado que pagara cada día que la temperatura media se situara por encima del umbral de 18ºC, nivel a partir del cual se considera que la gente no pone la calefacción. Algunos otros ejemplos serían:
- – Compañías del sector agrícola podrían proteger sus cosechas frente a inundaciones o periodos de sequía.
- – Las centrales hidroeléctricas podrían gestionar el riesgo de caída en la producción de energía causada por los periodos de sequía.
- – Estaciones de esquí podrían cubrir el riesgo económico que implicaría que no nevara.
- – Las aerolíneas podrían cubrir las pérdidas provocadas por los retrasos causados en los días de lluvia.
Para concluir este apartado enfatizaría que el clima tiene una incidencia muy relevante en el tejido empresarial de una economía, generando importantes pérdidas si las condiciones meteorológicas son adversas. Dichas condiciones se pueden gestionar a través de coberturas eficientes mediante derivados climáticos obteniendo importantes ventajas y beneficios tales como:
- Estabilidad en los cash flows operativos y reducción del riesgo.
- Pago automático si se dan las condiciones meteorológicas adversas.
- Gestión alineada con los intereses de los accionistas.
Historia y magnitudes del mercado
El año 1997 supuso el inicio del mercado de derivados de clima. El pistoletazo de salida se dio con las tres transacciones OTC entre la entonces todopoderosa empresa estadounidense Enron, Willis y el conglomerado Koch Industries. Dichas operaciones basadas en los índices de temperatura en las ciudades norteamericanas de Milwaukee y Wisconsin estuvieron estructuradas en formato swap, de manera que, unas empresas pagarían a las otras si la temperatura estaba por debajo de un valor del índice en el invierno del 97/98, mientras que las otras, pagarían si la temperatura estaba por encima. La gran mayoría de operaciones posteriores tuvieron como protagonistas el sector energético, tratando de cubrir las pérdidas ocasionadas por inviernos más cálidos de lo normal. Con el paso del tiempo han ido cogiendo fuerza otros sectores como la construcción, la agricultura, el transporte o el turismo.
El segundo hito relevante se produjo en 1999 cuando la Chicago Mercantile Exchange lanzó una plataforma estandarizada de contratación de futuros y opciones para índices de temperatura únicamente para algunas ciudades de Estados Unidos. Posteriormente se amplió el mercado a Canadá, Europa y regiones de Asia y del Pacifico.
En 1999 también se creó la Weather Risk Management Association con el objetivo de representar al mercado y promover la industria. A día de hoy forman parte de la asociación 37 entidades.
La gestión financiera del riesgo climático es una gestión totalmente personalizada, ya que cada empresa tiene unos riesgos muy específicos. Es por ello que muchas de las operaciones llevadas a cabo se realizan a través de OTC. Este hecho dificulta enormemente conocer la dimensión total del mercado. No obstante, según el informe 2011 Weather Risk Derivatives Survey elaborado por PWC para la Weather Risk Management, en el que colaboraron 14 entidades, se puede extraer que: i) en 2011 el valor total nocional de los contratos negociados fue de 11.828 millones de dólares, lo que supuso un crecimiento del 18,4 % respecto a 2010: ii) más del 90 % de las operaciones se llevaron a cabo en Estados Unidos; iii) los contratos sobre temperatura son los más utilizados; iv) el sector energético fue el más importante, con casi el 50 % de las operaciones.
Ejemplo de cobertura
Los meses más importantes de actividad de la empresa Parque Acuático S.L. son julio y agosto, ya que se concentra la mayor parte de su facturación anual. Un clima desfavorable incidirá directamente en un menor número de visitantes y un menor número de horas al día en el que el parque estará operando a pleno rendimiento. La empresa tiene una estructura de costes fijos muy elevada por lo que pequeñas desviaciones en su cifra de negocio, pueden hacerle incurrir en pérdidas. Tras analizar los datos meteorológicos de los últimos 20 años, en los que se observa un importante incremento de las precipitaciones en los meses de julio y agosto, así como una mayor variabilidad climática, la dirección general de la compañía procede a analizar una operación de cobertura, considerando los siguientes parámetros:
Media de visitantes por día soleado: 10.000.
Media de visitantes por día de lluvia: 3.000.
Margen medio por visitante: 20 €.
En este caso en particular se podría plantear como una posible solución a la variabilidad climática, un producto que cubriera la disminución de los ingresos debido a las precipitaciones con las siguientes características:
- – Producto: opción Call sobre días de lluvia.
- – Periodo a cubrir: 1.07.18 – 31.08.18.
- – Definición día de lluvia: día en el que el nivel de precipitación sea superior a 3 mm entre las 09.00 y las 19.00 horas (horario de apertura del parque) en la estación meteorológica seleccionada.
- – Strike (franquicia): 10 días de lluvia. En este caso empezaría a pagar a partir del onceavo día de lluvia.
- – Payout por día de lluvia: 140.000 €. Cantidad que se recibiría por cada día de lluvia una vez superado el Strike.
- – Payout máximo: 2.800.000 €.
- – Prima: 180.000 €.
Los siguientes dos gráficos muestran un sencillo, teórico e hipotético perfil de riesgo de la empresa, considerando el no realizar o realizar la cobertura. (Véase Gráficos 2 y 3).
Las barras de color azul muestran el margen de la empresa estimado teniendo en consideración diferentes escenarios que podrían suceder durante el periodo analizado. En el caso de implementar una cobertura, el margen de la empresa se vería reducido por el importe de la prima e incrementado por los payouts (barras rojas) si se dan las condiciones establecidas para el cobro.
La línea de color negro muestra el nivel de margen que la empresa lograría estabilizar, y por tanto, éste no se vería penalizado si hubiera unas condiciones meteorológicas (en este caso lluvia), que impidieran el correcto desarrollo de la actividad en el parque.
Gráfico 2 |
Fuente: Epra 3T_2017 |
Problemáticas de los derivados climáticos
Uno de los mayores inconvenientes de los derivados de clima radica en el riesgo base, entendido como el diferencial entre lo que determina la cobertura en base al índice y la pérdida real. El riesgo de base depende fundamentalmente de la proximidad de la estación de medición al lugar donde se quiere realizar la cobertura. Debido a que los fenómenos climáticos, como las precipitaciones, acostumbran a estar bien localizadas, una corta distancia entre la estación meteorológica y el lugar exacto de cobertura podrían generar diferencias entre las pérdidas ocasionadas y los pagos de los derivados. Por tanto, cuanto más cerca de la base meteorológica, menor riesgo de base en este sentido.
Otro factor crítico es la disponibilidad, precisión y calidad de los datos históricos de las estaciones meteorológicas. Es importante por dos motivos. Primero, si no hay un mínimo de histórico suficiente y fiable (por lo general 10 años), no será posible generar un pricing y por tanto llevar a cabo una transacción. Sería como tratar de dar una cotización de un seguro de auto sin saber la siniestralidad media de los últimos años de sujetos similares al tomador de la póliza. Por otro lado, la falta de datos facilitaría llevar a cabo muchos errores en el cálculo del índice, y por tanto, en el importe de las indemnizaciones. Este factor podría quedar en gran parte subsanado si hubiera una perfecta recopilación y mantenimiento de las estaciones meteorológicas, cuyos responsables generalmente suelen ser los servicios meteorológicos nacionales.
Finalmente, al tratarse de un mercado en el que muchas operaciones son OTC, existe una importante falta de liquidez y de transparencia en el precio.
Conclusión
Está más que demostrado que los cambios en las condiciones meteorológicas, por ligeros que sean, pueden comprometer los ingresos, costes o beneficios de cualquier empresa. Si bien las compañías no pueden controlar la variabilidad climática, si es posible mitigar su impacto financiero. Durante décadas las empresas han intentado cubrir diferentes tipos de riesgos.
Gráfico 3 |
Fuente: Epra 3T_2017 |
Mediante forwards, futuros, opciones y swaps, entre otros, se han cubierto riesgos relativos a las bolsas de valores, materias primas, tipos de interés o divisas. Siendo para las empresas el clima un factor de riesgo de mayor relevancia que los anteriormente citados, la inexistencia de un mercado, no permitió en su día hacer algo al respecto. En muchos casos el clima ya no será una excusa. Considerando que hay un mercado de riesgo climático lo suficientemente desarrollado como para al menos analizar potenciales operaciones de cobertura, se hace difícil no concluir que aquellas empresas expuestas a factores climáticos deberían sopesar la cobertura de los mismos, beneficiando en múltiples aspectos a la empresa y a sus accionistas. La casi inexistencia de operaciones en España es un reflejo de que quizá el mercado no está todavía preparado para acoger estos productos. Considero que una mayor educación financiera para las empresas en esta materia seria determinante para que cuanto menos se tomaran en serio los riesgos climáticos.
Bibliografía
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- www.artemis.bm
- www.wrma.org
Sobre el autor
Ernesto Akerman Brugués es licenciado en Administración de empresas, posee el Certified European Financial Analyst y tiene el postgrado en Dirección Financiera. Ha desarrollado su carrera profesional en las áreas de mercado de capitales, M&A y capital riesgo en empresas como Grupo GVC Gaesco, Grupo Mémora y Caixa Capital Risc, la división de Venture Capital de La Caixa.